La música cumple, para gran parte de la población, un rol importante en nuestro día a día, ya sea en nuestra casa o en nuestro auto, durante un entrenamiento, o incluso para dormir. Para muchos, también juega un papel notable en su propia cultura y en la construcción de su identidad. Se han realizado muchos estudios sobre cómo la música, un estímulo abstracto, influye en el cuerpo humano, obteniendo grandes resultados.
Por ejemplo, se comprobó que la música reduce la ansiedad y el estrés, que ayuda a aliviar el dolor y mejora la calidad del sueño. La doctora en neurociencias Valorie N. Salimpoor ha dirigido sus investigaciones hacia la interacción entre la música y el sistema de recompensa del cerebro humano, llegando a la conclusión de que los estímulos musicales generan una reacción en el cerebro similar al de las drogas, por lo que se podría confirmar -en menor medida- que la música es adictiva.
El elemento en común entre ambos es la sensación de placer que obtiene el individuo, que es dada por procesos neuroquímicos en el cerebro que liberan dopamina. Este es un neurotransmisor que es secretado por el cerebro y es el más importante dentro del sistema nervioso central (SNC) de los mamíferos. Afecta a diversas partes del cerebro como la actividad motora, las funciones cognitivas, la socialización y el sistema de recompensa, siendo este último el que le otorga la sensación de satisfacción al individuo.
A diferencia de las demás actividades que requieren el accionar de la dopamina de forma secundaria, ya que hay otros elementos que forman parte del proceso, el sistema de recompensa es el término que se le otorga a los diversos estímulos que este neurotransmisor le comunica al cerebro en relación a la toma de decisiones. Esto implica que cuando una acción nos genera satisfacción o nos otorga algún tipo de recompensa, los niveles de dopamina escalan y es esta variación la que le indica al cerebro que esta acción es placentera y que debería repetirla.
El sistema no se ocupa solamente de los comportamientos placenteros, sino que también refuerza las conductas indispensables para la supervivencia, como beber o dormir, produciendo motivación en el individuo. Es interesante detenerse en este último, ya que la motivación se obtiene de forma indirecta, siendo producto de una situación placentera. Por ejemplo, el deseo de una persona de volver a viajar, porque encontró satisfacción en ese momento, lo motiva a ahorrar. Es gracias a este sistema de recompensas que la música forma parte de la vida diaria desde hace tanto tiempo, ya que genera placer y el propio cerebro pide repetir el comportamiento.
Como se nombró anteriormente, la Dra. Salimpoor realizó un estudio para investigar si la música generaba el mismo placer que cualquier adicción y para ello reunió a un grupo de participantes a los que se les pidió que trajeran sus canciones favoritas. El análisis de la respuesta cerebral mientras se recibía el estímulo fue realizado en dos partes: por un lado, se escaneaban mediante una tomografía los niveles de dopamina y por el otro, se medían todas las respuestas psicofisiológicas del cuerpo humano, como por ejemplo el pulso y la respiración. Luego del estudio, la doctora llegó a la conclusión de que este neurotransmisor se liberaba en grandes cantidades al sentir satisfacción mientras escuchaba la canción.
Sin embargo, hay que remarcar que este sistema de recompensa es más complejo, ya que toda la información recabada por la dopamina tiene una función esencial que es predecir o anticipar lo que sentiremos con determinada acción o situación. En otras palabras, el cerebro genera predicciones que pueden verse reflejadas luego en los niveles de dopamina. Para explicarlo de forma simple, se tomarán las tres situaciones posibles a las que puede enfrentarse un individuo, que pueden incrementar su nivel de dopamina, pero reflejadas en el plano de la música.
La primera situación posible, vivir una situación ya vivida, se puede traducir en volver a escuchar una canción. El placer nace de anticipar un momento musical y luego sentir satisfacción al escucharlo; por ejemplo, una frase o un acorde familiar. Debido a que es algo conocido, los niveles de dopamina ascienden al predecir la satisfacción que se sentirá luego de escuchar la canción. El segundo momento es similar al anterior, pero con distinto resultado. En este caso, las neuronas de dopamina no aumentan, sino que se deprimen, porque lo que se había predicho no sucedió. Esto lleva a que el individuo no sienta placer y que tampoco recuerde la experiencia para repetirla. En la música, se puede ver reflejado en las expectaciones que siente un individuo por una nueva canción de su artista favorito y en la decepción que siente luego de que no sea de su agrado.
Por último, ¿qué sucede con canciones totalmente nuevas? ¿Cómo se genera predicción de algo que se desconoce? La universidad McGill, ubicada en Canadá, ha realizado un estudio en el cual investigan qué sucede en nuestro cerebro al escuchar un pieza musical por primera vez y que es lo que lleva al individuo a querer comprarla. Para llevarlo a cabo, los participantes del estudio recibieron 60 canciones desconocidas pertenecientes a diversos géneros musicales. Mientras escuchaban los estímulos, la actividad cerebral en tiempo real era analizada mediante un escáner por IRMF (imágenes por resonancia magnética funcional) que detectaba las variaciones en los niveles de dopamina. El resultado del estudio demostró que las situaciones que el sistema de recompensa había previamente almacenado como placenteras, se relacionaban con la corteza auditiva, un área del cerebro que recopila información sobre todos los sonidos y música que escuchamos, y es a partir de esta interacción que nace la predicción. Esto quiere decir que la mente toma toda esta información y la compara con la melodía nueva, intentando anticipar cómo se desarrollarán los siguientes acordes. El individuo alcanza la sensación de placer cuando sus expectativas son cumplidas y, por consiguiente, la canción termina gustándole.
El cerebro humano es un sistema complejo que actúa de forma diversa ante distintos estímulos provenientes del exterior. Algunos pueden hacer daño, pero otros pueden generar placer y felicidad. Hay situaciones en las que dos elementos totalmente distintos, como lo son la música y las drogas, son causales de una misma respuesta, y es a partir de esta similitud biológica que se piensa a la música como adicción. Sin embargo, el nivel de adicción que genera la música en un individuo es muy leve, incluso más leve que la necesidad de comer, ya que un individuo no depende de la música para sobrevivir, ni tampoco genera dependencia.
Resumen:
La música forma parte de la vida cotidiana de gran parte de la población. Al escuchar un estímulo musical se desata en el cerebro un proceso neuroquímico que libera dopamina, un neurotransmisor que le indica al cerebro que esta situación o acción le genera placer y que debería repetir. Este proceso es similar al que producen las drogas y es por ello que se cree que, en menor medida, la música podría ser adictiva.